Aunque el Antiguo Testamento se escribió mucho antes de que Jesús viniera a la tierra, profetizó con precisión lo que Jesús haría. Por eso Jesús dijo: “La Biblia da testimonio de mí” (Jn 5:39), y después de su resurrección, dio testimonio de sí mismo a través de las profecías del Antiguo Testamento (Lc 24:25-27, 44-45). Aunque apareció en una forma que no tenía belleza para atraer a la gente, los apóstoles y los santos de la Iglesia primitiva recibieron a Jesús como Cristo solo a través de las profecías de la Biblia. Veamos algunas de las profecías sobre Jesús en el Antiguo Testamento y su cumplimiento, que es la evidencia convincente para demostrar que el Salvador vino a esta tierra.
Profecía del nacimiento de Jesús
Los padres de Jesús, José y María, vivían en Nazaret, un pueblo de Galilea (Lc 2:4-5). Ellos fueron a Belén de Judea, muy al sur, y allí tuvieron a Jesús. Al hacerlo, cumplieron una profecía de la Biblia en un momento que no sabían.
“Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.” Mi 5:2
El libro de Miqueas fue escrito unos setecientos años antes de que viniera Jesús. Estaba escrito que Dios, cuyas salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad, y quien sería Señor en Israel y gobernaría sobre Israel, saldría de Belén. Esta profecía fue cumplida por Jesús, Dios en su verdadera naturaleza, naciendo en Belén.
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, […]” Mt 2:1-6
Cuando nació Jesús, Israel estaba bajo el dominio romano. César Augusto, el emperador romano, emitió un decreto de censo a todos los países que pertenecían a su imperio, con el fin de recaudar impuestos. Por orden del emperador, José, que era descendiente de David, tuvo que ir a la ciudad natal de David, Belén de Judea. José y su esposa María, que estaba a punto de dar a luz, viajaron una larga distancia de más de cien kilómetros y, finalmente, María dio a luz a Jesús allí.
“Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. […] Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” Lc 2:1-7
En este mundo, nadie puede elegir el lugar donde nacerá. Sin embargo, Jesús nació en Belén, exactamente como estaba profetizado. No fue casualidad que el emperador romano emitiera un decreto y que José tuviera que ir a Belén con su esposa embarazada. Fue la obra de Dios para cumplir las profecías de la Biblia.
Profecía del ministerio del evangelio de Jesús
También hay muchas profecías acerca de Jesús en el libro de Isaías que fue escrito unos setecientos años antes de la época de Jesús.
“Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. […] ¡Ved aquí al Dios vuestro! He aquí que Jehová el Señor vendrá con poder, […] Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas.” Is 40:3, 9-11
Las palabras: “En el desierto preparad camino a Jehová” significan: “Preparad el camino para Dios antes que venga a esta tierra”. Estaba profetizado que cuando el camino para Dios estuviera preparado, Jehová Dios mismo vendría como pastor. Esta profecía fue cumplida por Juan el Bautista y Jesús.
“En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Pues éste es aquel de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.” Mt 3:1-3
No fue por casualidad que Juan el Bautista preparó el camino para Jesús en el desierto, sino según las profecías de la Biblia. También hay una profecía acerca de Jesús en Isaías 9.
“Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” Is 9:1-2
Tanto Zabulón como Neftalí pertenecen a la región de Galilea. Dado que Galilea estaba ubicada en el extremo norte de Israel, los gentiles la invadían con frecuencia y era influenciada por la cultura de estos. Los gentiles adoraban a otros dioses y comían alimentos inmundos, por lo que los israelitas los consideraban inmundos y los despreciaban. En esta situación, sería muy difícil pensar que en Galilea se llevaría a cabo la gran obra de Dios.
No obstante, Dios dijo que haría brillar una gran luz sobre Galilea. Esta profecía se cumplió cuando Jesús hizo brillar la luz del evangelio en Galilea.
“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea; y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí, para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: […] Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. […] Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, […]” Mt 4:12-17, 23
Jesús vino a esta tierra para dar vida eterna a aquellos que gemían en la agonía de la muerte (Jn 10:10), y por eso les predicó el evangelio del reino. De esta manera, Jesús cumplió exactamente la profecía de Isaías 9 al hacer brillar la luz de la vida en Galilea predicando el evangelio allí. El libro de Zacarías también profetizaba lo que Jesús haría quinientos años después.
“Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” Zac 9:9
La profecía “El rey de Sion cabalgará sobre un pollino” se cumplió cuando Jesús, el rey de Sion, entró en Jerusalén.
“El siguiente día, grandes multitudes que habían venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a recibirle, y clamaban: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! Y halló Jesús un asnillo, y montó sobre él, como está escrito: No temas, hija de Sion; he aquí tu Rey viene, montado sobre un pollino de asna. Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas acerca de él, y de que se las habían hecho.” Jn 12:12-16
Además de estas, hay muchas profecías en el Antiguo Testamento acerca de Jesús, quien vendría como el Salvador.
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú [Moisés]; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare. […]” Dt 18:18-19
“Juró Jehová, y no se arrepentirá: tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.” Sal 110:4
Era una profecía que en el futuro aparecería un profeta como Moisés y un sacerdote según el orden de Melquisedec. En consecuencia, al igual que Moisés, Jesús liberó a la humanidad de la esclavitud del pecado a través de la Pascua. Y, al igual que Melquisedec, dio la bendición del perdón de los pecados y la vida eterna a través del pan y el vino en la Pascua. Por ello, los apóstoles dieron testimonio de que Jesús era el Cristo que cumplió las profecías de la Biblia (Hch 3:22-24, He 5:8-10).
Profecía del sufrimiento de Jesús
El profeta Isaías también profetizó sobre el sufrimiento de Cristo.
“Despreciado y desechado entre los hombres, […] Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; […] y por su llaga fuimos nosotros curados. […]” Is 53:1-6
Según esta profecía, Jesús fue despreciado por los pecados de la humanidad, traspasado con clavos y lanzas y azotado.
“Entonces les soltó a Barrabás; y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado. […] y desnudándole, le echaron encima un manto de escarlata, y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: ¡Salve, Rey de los judíos! Y escupiéndole, tomaban la caña y le golpeaban en la cabeza.” Mt 27:26-30
“Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.” Jn 19:34
La Biblia incluso profetizó lo que sucedería después de que Jesús muriera en la cruz, y esto también se cumplió con exactitud.
“Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; […]” Is 53:9
Conforme a la profecía anterior, cuando Jesús murió en la cruz, había dos ladrones, los impíos, a su lado izquierdo y derecho; y su cuerpo fue puesto en el sepulcro de José de Arimatea, que era rico.
“Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.” Mt 27:38
“Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. Este fue a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. […] Y tomando José el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña; y después de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue.” Mt 27:57-60
Dios profetizó en detalle acerca de Cristo que vendría a la tierra, con el fin de que las personas creyeran que aquel que cumple todas las profecías de la Biblia es el Cristo. Podemos creer que Jesús es el Cristo y Salvador, entre tantas personas que han nacido en esta tierra, porque Jesús cumplió todas las profecías de la Biblia.
Las profecías sobre el Salvador no terminaron hace dos mil años, sino que todavía se están cumpliendo. La Biblia profetizaba que Jesús vendría por segunda vez (He 9:28). Numerosas profecías que Jesús cumplirá en su segunda venida están escritas en los sesenta y seis libros del Antiguo y el Nuevo Testamento. Si estudia diligentemente estas profecías y su cumplimiento, podrá recibir a Jesús que viene por segunda vez.