¿Qué dice la Biblia acerca del bautismo?: El significado y la importancia

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La ceremonia del bautismo se realiza cuando una persona decide convertirse en cristiano. Mediante esta ceremonia se despojan de sus cuerpos pecaminosos y nacen a una nueva vida. La palabra original en griego para bautismo es “Baptisma” (βἀπτισμα), que se deriva de “Baptizo” (βαπτίζω), que significa “sumergir o hundir”. Esto está respaldado por las escenas en las que Jesús y el eunuco (a quien Felipe le predicó) entraron en el agua y fueron bautizados (Mt 3:16, Hch 8:38-39). La ceremonia que se realiza rociando un poco de agua sobre la cabeza o la frente de alguien es diferente al bautismo bíblico.

El significado del bautismo: Ceremonia de sepultar los pecados

Al considerar el significado contenido en el bautismo, el ritual apropiado es remojar o sumergir todo el cuerpo en el agua. El bautismo involucra “sepultar” en agua todos nuestros pecados cometidos en el pasado.

“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” Ro 6:3-4

“sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.” Col 2:12

Así como Jesús murió en la cruz, fue sepultado y resucitó de los muertos, así también cuando somos bautizados, nuestros pecados son sepultados en el agua y recibimos nueva vida. Por lo tanto, el bautismo es la ceremonia de sumersión de todo el cuerpo en el agua, como siendo sepultado en una tumba.

La mayoría de las iglesias en la actualidad bautizan a las personas rociando agua. Esto se originó en los casos en que no había suficiente agua o cuando había restricciones médicas que impedían que una persona se bautizara por inmersión. Aunque esta forma de bautismo solo se permitía en circunstancias inevitables, posteriormente se convirtió en la forma común entre las iglesias. Hoy en día, el significado original del bautismo se ha desvanecido y muchas iglesias realizan el bautismo por aspersión de agua.

La importancia del bautismo: el mandamiento de salvación ordenado por Jesús

El bautismo es importante porque Jesús lo ordenó y lo cumplió como ejemplo para nosotros. Jesús no solo bautizó a las personas, sino que también dijo a sus discípulos que bautizaran a todas las naciones.

“Después de esto, vino Jesús con sus discípulos a la tierra de Judea, y estuvo allí con ellos, y bautizaba.” Jn 3:22

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; […]” Mt 28:19

Jesús no habría bautizado a la gente ni dado el mandato si no tuviera nada que ver con la salvación; estas obras de Jesús muestran que el bautismo es esencial para la salvación. El apóstol Pedro, a quien Jesús enseñó directamente, predicó: “Bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”, y testificó que el bautismo es una señal de salvación (Hch 2:38, 1 P 3:21).

Jesús también dijo: “El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede ver el reino de Dios”. No poder ver el reino de Dios significa no poder entrar en el reino de los cielos.

“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Jn 3:5

En este versículo, nacer de agua significa recibir una nueva vida sepultando los pecados del pasado mediante el bautismo. El apóstol Pablo también explicó claramente que cuando nos bautizamos, renacemos y recibimos una vida nueva (Ro 6:3-4). Los que no se bautizan no pueden entrar en el reino de los cielos. Por esa razón, Jesús dijo que el que creyere y fuere bautizado será salvo.

“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.” Mr 16:16

La circuncisión del Antiguo Testamento y el bautismo del Nuevo Testamento

En los tiempos del Antiguo Testamento, los israelitas se sometían a la circuncisión como señal de conversión en el pueblo de Dios.

“Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. […] Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.” Gn 17:11-14

Sin embargo, en los tiempos del Nuevo Testamento, somos reconocidos como pueblo de Dios al ser bautizados. La circuncisión del Antiguo Testamento cambió al bautismo en el Nuevo Testamento.

“En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó [salvó a Jesús] de los muertos.” Col 2:11-12

La circuncisión hecha por Cristo, no hecha a mano, se refiere al bautismo.

El bautismo es una señal del pacto entre Dios y su pueblo en los tiempos del Nuevo Testamento, así como la circuncisión lo era en los tiempos del Antiguo Testamento. En otras palabras, Dios reconoce a los que fueron bautizados en la verdad del nuevo pacto como su pueblo. A través del bautismo, somos perdonados de nuestros pecados pasados y prometemos apartarnos de nuestra pasada vida manchada de pecado para andar como pueblo de Dios sirviéndolo solo a Él (Ro 6:6). Por lo tanto, quien desee recorrer el camino correcto de la fe siendo parte del pueblo de Dios, primero debe bautizarse.

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