Mucha gente considera la cruz como un símbolo del cristianismo, pero originalmente es un ídolo pagano. Mucho antes de que se formara el cristianismo, la cruz se utilizaba como símbolo de fe de las religiones paganas. El Nuevo Testamento escrito en la época apostólica no tiene registro de que la cruz hubiera sido usada como símbolo de la iglesia o erigida en las iglesias; más bien, los apóstoles rechazaron la adoración de ídolos y enseñaron que los malvados idólatras no heredarán el reino de Dios (1 Co 6:9-10). Sin embargo, ¿cómo llegó a establecerse firmemente la cruz en la iglesia?
Origen de la cruz
La cruz no es un símbolo de fe que apareció por primera vez después de la crucifixión de Jesús, sino que se originó en la antigua Babilonia.
“La forma de esta última tuvo su origen en la antigua Caldea, y se utilizaba como símbolo del dios Tamuz (que tenía la forma de la mística Tau, la inicial de su nombre) en aquel país y en los países adyacentes, incluyendo Egipto”. “Cruz”, W. E. Vine, Diccionario Expositivo de palabras del Antiguo y Nuevo Testamento exhaustivo de Vine, Grupo Nelson, 2007
Caldea era el territorio central de Babilonia. En Babilonia, “T”, la inicial del nombre Tamuz, se usaba como símbolo religioso para adorarlo. Esto se propagó a los países vecinos, y la cruz se encuentra en las reliquias de países antiguos como Egipto y Asiria. La costumbre de adorar la cruz continuó incluso después de que se estableciera el Imperio romano.
Historia de la introducción de la cruz en la iglesia
El uso de la cruz en las iglesias comenzó en la época de Constantino. Antes de que el emperador Constantino legalizara el cristianismo, la iglesia fue perseguida por el Imperio romano y la cruz se utilizaba como instrumento para ejecutar a los santos. En tales circunstancias, no tenía sentido que la iglesia embelleciera la cruz, que era un instrumento terrible para la pena de muerte, y la usara como símbolo del cristianismo. En realidad, la iglesia no colocó la cruz durante unos trescientos años después del tiempo de Jesús hasta la época de Constantino.
“El uso público de la cruz fue adoptado por los cristianos como un símbolo en el tiempo de Constantino. Para los primeros cristianos, que tenían a la crucifixión como un hecho lúgubre de común experiencia , no había peligro de embellecer la cruz por sentimentalismos”. “Cross”, Everett F. Harrison, Baker’s Dictionary of Theology, Baker Book House, 1973
Sin embargo, hubo un cambio después de que el emperador Constantino legalizara el cristianismo. La iglesia se secularizó rápidamente como resultado del trato privilegiado al cristianismo, y los líderes católicos romanos corruptos aceptaron ideas y símbolos paganos en nombre de la evangelización de más paganos. La cruz fue uno de ellos. Pensaron que la cruz era un recordatorio de la crucifixión de Jesús para los conversos que consideraban sagrada la imagen de la cruz, y por esa razón llevaron la cruz a la iglesia para que la adoraran. Además, deificaron a María, la madre de Jesús, para los que adoraban a diosas paganas, y les permitieron adorar a santos y mártires en nombre de varios dioses extranjeros.
La ideología y los símbolos paganos se introdujeron de este modo y se afianzaron en las iglesias durante años. Los creyentes llegaron a confiar en que eran instrumentos para servir a Dios o símbolos del cristianismo. En el año 431 d. C., se colocaron cruces en las cámaras de las iglesias, y después incluso se instalaron en lo alto de las torres de las iglesias.
“Las cruces en las iglesias y cámaras se introdujeron alrededor del año 431; y se instalaron en los campanarios alrededor del año 568”. Harper’s Book of Facts, Harper & Brothers, 1895
La veneración de la cruz es idolatría
La cruz no tenía ninguna relación con la fe durante la época apostólica, sino que era un ídolo que se introdujo mientras las iglesias se secularizaban y paganizaban.
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás […]” Ex 20:4-5
Dios prohibió firmemente a su pueblo hacer ídolos y adorarlos, en el segundo de los diez mandamientos. También ordenó a su pueblo que no hicieran ídolos para otros dioses ni para servir a Dios (Ex 20:23). La Biblia testifica claramente que hacer ídolos es algo abominable para Dios y que debe ser maldecido (Dt 27:15).
A pesar de estas advertencias, los israelitas en los tiempos del Antiguo Testamento aceptaron ídolos como Baal y Asera, que adoraban los paganos de los alrededores, y combinaron los ídolos con su propia fe después de entrar en Canaán. Hicieron varios ídolos y los adoraron, siempre racionalizándolo como un acto de servicio a Dios. Como resultado, fueron maldecidos y destruidos por Dios (Jer 2:27-28).
Hoy en día, muchas iglesias repiten esta necedad una y otra vez. Aceptan la cruz, que es un símbolo pagano, como símbolo del cristianismo y la erigen. Al hacerlo, desobedecen el mandato de Dios: “No te harás imagen ni la honrarás”. Además, aunque insisten en que la cruz es simplemente un símbolo de la iglesia, no pueden impedir que la gente le dé un significado especial.
Profecía sobre la veneración de la cruz en la historia de Israel
El culto de los israelitas a la serpiente de bronce
Dios profetizó acerca de la adoración de la cruz en la iglesia a través de la historia del pasado. Al salir de Egipto hacia Canaán, los israelitas murmuraron contra Dios en el desierto. Como resultado, muchas personas fueron mordidas por serpientes ardientes y murieron (Nm 21:4-6). El pueblo se arrepintió tarde y pidió la salvación. Dios les enseñó la forma de salvar a los moribundos que habían sido mordidos por las serpientes.
“[…] Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre un asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre un asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.” Nm 21:7-9
Sucedió algo asombroso; cualquiera que era mordido podía vivir con solo mirar la serpiente de bronce en el asta. No era la serpiente de bronce en sí la que tenía poder, sino las palabras de Dios: “Miren la serpiente de bronce y vivirán”. Sin embargo, con el transcurso de los años, el pueblo pensó que la serpiente de bronce los había salvado e incluso la adoraron hasta la época de Ezequías.
“Hizo lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho David su padre. Él quitó los lugares altos, y quebró las imágenes, y cortó los símbolos de Asera, e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces le quemaban incienso los hijos de Israel; y la llamó Nehustán.” 2 R 18:3-4
Cuando Ezequías quebró los ídolos después de guardar la Pascua, también hizo pedazos la serpiente de bronce y la llamó Nehustán, que significa cosa de bronce. Recordó al pueblo que la serpiente de bronce no era más que un ídolo, una cosa de bronce.
Las iglesias aún veneran la cruz
El incidente de la serpiente de bronce era una profecía sobre la obra de la salvación que Jesús realizaría en la cruz.
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Jn 3:14-15
Jesús dijo que así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, Él sería levantado. El hecho de que Moisés levantara la serpiente de bronce era una profecía de que Jesús sería levantado en la cruz; así como los moribundos miraban la serpiente de bronce y vivían, la humanidad podía ser salva gracias al sacrificio de Jesús en la cruz.
No fue el poder de la serpiente de bronce en sí lo que salvó a los israelitas en los tiempos del Antiguo Testamento, sino que el pueblo olvidó el poder de la palabra de Dios y adoró a la serpiente de bronce visible. Lo mismo ocurre con las iglesias de hoy. La salvación de la humanidad se logra a través de la sangre del sacrificio de Cristo derramada en la cruz (Ef 1:7, 1 P 1:18-19); la cruz misma nunca puede darnos la salvación o el perdón de los pecados. Sin embargo, las personas que dicen creer en Dios veneran la cruz, olvidando el sacrificio de Cristo que salvó a la humanidad.
Cuando Ezequías quebrantó la antigua costumbre idólatra de Israel, Dios lo bendijo grandemente, elogiándolo porque se aferró a Dios y guardó los mandamientos que le había dado a Moisés (2 R 18:6-7). También hoy en día, son bienaventurados los que abandonan la idolatría de la veneración de la cruz y comprenden el valor del nuevo pacto establecido mediante el sacrificio de Cristo, que es la esencia de la salvación a la que debemos prestar atención.