Dios de la Trinidad en la Biblia: ¿Quiénes son el Santo Padre, el Santo Hijo y el Espíritu Santo?

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Dios Padre Jehová, Dios Hijo Jesús y Dios Espíritu Santo son llamados la Trinidad. La Trinidad es la doctrina de que los tres Santos son uno. La Trinidad se considera la doctrina central del cristianismo, pero todavía existen diferentes opiniones entre las denominaciones sobre cómo entenderla.

El tema principal de las opiniones es: ¿quién es el Hijo Jesús en su naturaleza? Hoy, el cristianismo se ha extendido por todo el mundo y los creyentes invocan el nombre de Jesús, pero pocos conocen la respuesta clara a esta pregunta. Es porque cada iglesia interpreta la Biblia por su cuenta: algunas iglesias consideran a Jesús una criatura como uno de nosotros; otros dicen que Jesús es uno de los ángeles; y otros insisten en que Dios y Jesús son uno porque tienen la misma voluntad y propósito pero que en realidad son individuos separados.

Según el testimonio bíblico sobre la Trinidad, Jesús es en forma de Dios (ref. Fil 2:5). Dios ha estado llevando a cabo la obra de redención para salvar a la humanidad durante mucho tiempo. Durante ese periodo, Dios Padre desempeñó tres funciones: Santo Padre, Santo Hijo y Espíritu Santo. Este es el verdadero significado de la Trinidad en la Biblia.

Entendiendo al Dios de la Trinidad

Para comprender la Trinidad, pensemos en la transformación del agua. Cuando el agua, que es líquida, se congela, se transforma en hielo, que es sólido. Cuando el agua líquida hierve, se transforma en vapor, que es gaseoso. Aunque el agua, el hielo y el vapor son diferentes en forma y nombre, su esencia es la misma, H₂O. Del mismo modo, Dios administra la obra de la salvación con una apariencia diferente y un nombre diferente en cada época, pero su naturaleza fundamental es el único Dios. A través de todas las profecías de la Biblia, podemos entender claramente el significado de la Trinidad.

Primero, pensemos en Dios Padre y Dios Hijo. Jesús dijo que la Biblia da testimonio de Él (Jn 5:39). La Biblia en la época de Jesús se refiere al Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento profetizó que Jesús, que nacería como un niño, era Dios Padre.

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” Is 9:6

Por tanto, Dios Hijo Jesús es Dios Padre Jehová. A continuación, pensemos en Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. El apóstol Pablo dijo que el Espíritu Santo intercedía por nosotros, y también dijo que Jesús estaba intercediendo por nosotros.

“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” Ro 8:26-27

“¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.” Ro 8:34

Estos versículos prueban que Jesús y el Espíritu Santo son el mismo. Por lo tanto, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son diferentes sino el mismo. Dios Padre hizo el papel del Hijo y también el del Espíritu Santo. Dios Padre ha desempeñado tres papeles —Padre, Hijo y Espíritu Santo— porque Dios divide su obra de redención en tres épocas y obra con un nombre diferente en cada una.

El Dios de la Trinidad obra con un nombre diferente en cada época

Todo tiene su tiempo (Ec 3:1). Cada actividad tiene su tiempo y su meta. De la misma manera, nuestra vida de la fe tiene una meta clara: obtener la salvación de nuestras almas (1 P 1:8-9). La obra de Dios para la salvación de la humanidad se realiza también según el tiempo, es decir, según la época. Dios dividió seis mil años de su obra de redención en tres épocas y nos dio un nombre diferente del Salvador en cada época.

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;” Mt 28:19

Para la salvación del mundo, Jesús nos dijo que fuéramos e hiciéramos discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Esto significa que el Padre tiene su nombre, el Hijo tiene su nombre, y el Espíritu Santo también tiene su nombre. Primero, estudiemos acerca del nombre del Salvador en el Antiguo Testamento.

“Yo, yo Jehová, y fuera de mí no hay quien salve.” Is 43:11

En la época del profeta Isaías, únicamente Jehová era el nombre del Salvador. La época en la que el Padre Jehová obró para la salvación es la época del Padre. En la época del Padre, nadie podía ser salvo por otro nombre fuera del de Jehová. Entonces, cuando Dios vino a esta tierra en el nombre de Jesús, ¿el nombre del Salvador seguía siendo Jehová?

“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hch 4:11-12

Está escrito que no había otro nombre dado a los hombres por el cual pudiéramos ser salvos, excepto Jesús. La época cambió de la época del Padre a la época del Hijo. Al cambiar la época, el nombre del Salvador cambió de Jehová a Jesús. Así, el nombre de Dios, nuestro Salvador, tiene un tiempo límite para ser invocado. En la época del Padre, las personas podían ser salvas solo por el nombre del Padre; y en la época del Hijo, podían ser salvas solo por el nombre del Hijo.

Dios Espíritu Santo viene con un nombre nuevo

Ahora, no estamos en la época del Padre ni en la época del Hijo. Vivimos en la época del Espíritu Santo. En la época del Espíritu Santo, ¿el nombre del Salvador es Jehová o Jesús? ¿O es otro nombre nuevo? Busquemos el nombre del Salvador de la época del Espíritu Santo.

“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, […] y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.” Ap 3:12

Aquí, “yo” se refiere a Jesús. Por lo tanto, “mi nombre nuevo” es el nombre nuevo de Jesús. Ya que Él dijo que era un nombre nuevo, debería ser diferente del nombre Jesús.

“[…] Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.” Ap 2:17

En estas palabras, Dios dijo que al que venciere se le dará una piedra con un nombre nuevo escrito en ella. Aquí, la piedra no es una piedra real. En el Nuevo Testamento, la piedra representa a Jesús.

“Acercándoos a él [Jesús], piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,” 1 P 2:4

Por lo tanto, el nombre nuevo escrito en la piedra en Apocalipsis 2 es el nombre nuevo de Jesús. Pero nadie puede conocer el nombre nuevo de Jesús excepto el que lo recibe. Hoy, el mundo entero ya conoce el nombre de Jesús. Sin embargo, como el mundo aún no conoce el nombre nuevo de Jesús, la Biblia dice que lo conoce solo el que lo recibe. Este nombre nuevo es el nombre del Salvador de la época del Espíritu Santo.

El nombre del Salvador de la época del Espíritu Santo que debemos conocer.

La Biblia nos dice que el pueblo de Dios puede ser salvo solo si cree en el nombre del Salvador de cada época y lo sigue.

“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, […]” Is 43:10

El pueblo de Dios en la época del Padre fue elegido como testigos del nombre de Jehová. Es porque Jehová era el Salvador en la época del Padre. Sin embargo, fue diferente en la época del Hijo.

“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: […] pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.” Hch 1:6-8

En la época del Hijo, debían ser testigos de Jesús. Fue porque el nombre del Salvador cambió de Jehová a Jesús cuando la época del Padre cambió a la época del Hijo. ¿Y la época del Espíritu Santo? Por supuesto, debemos ser testigos del nombre nuevo. Es porque el nombre nuevo es el nombre del Salvador de la época del Espíritu Santo.

De la misma forma, el nombre que el pueblo de Dios debe pronunciar al orar es diferente en cada época. En la época del Padre, deben orar en el nombre de Jehová para recibir respuestas.

“Entonces invoqué el nombre de Jehová, diciendo: Oh Jehová, libra ahora mi alma.” Sal 116:4

Porque el Salvador de la época del Padre era Jehová. Entonces, ¿en nombre de quién oraban cuando la época del Padre cambió a la época del Hijo?

“Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.” Jn 16:24

“Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre” significa que hasta ese momento los discípulos de Jesús habían orado en otro nombre que no era el de Jesús, es decir, el nombre del Padre Jehová. Sin embargo, Jesús les dijo que oraran en su nombre desde ese momento. Jesús estaba enseñando a la gente de esa época que ahora tenían que orar en su nombre, ya que la época del Padre había cambiado a la época del Hijo.

Si alguno oraba en el nombre de Jehová, sin considerar que vivía en la época del Hijo, ¿podía recibir respuesta a su oración? No. “Pedid en mi nombre, y recibiréis”, significa que una oración en cualquier otro nombre excepto Jesús no podía ser respondida desde entonces. Siendo así, ¿en nombre de quién debemos orar para recibir respuestas en la época del Espíritu Santo? Debemos orar en el nombre nuevo, el nombre del Salvador de la época del Espíritu Santo.

En la época del Padre, las personas podían ser salvas solo si invocaban el nombre de Jehová, el Salvador de la época del Padre (Jl 2:32). Cuando la época del Padre cambió a la época del Hijo, las personas podían ser salvas invocando el nombre de Jesús (Ro 10:9-13). ¿Y en la época del Espíritu Santo? Solo cuando invocamos el nombre nuevo de Jesús podemos recibir la salvación. Es porque el nombre nuevo de Jesús es el nombre del Salvador de la época del Espíritu Santo.

Como vivimos en la época del Espíritu Santo, debemos conocer el nombre nuevo de Jesús. Solo entonces podremos recibir la salvación de nuestras almas, el fin de nuestra fe. La Biblia es la única manera de saber quién viene en el nombre nuevo de Jesús (Jn 5:39). Si estudiamos cuidadosamente las profecías de la Biblia, podremos confirmar que el Salvador de la época del Espíritu Santo, es decir, Jesús que aparece con el nombre nuevo, es el Señor Ahnsahnghong, Cristo en su segunda venida.

La siguiente es una breve historia de la obra de la redención realizada por el Dios de la Trinidad. En los tiempos del Antiguo Testamento, Dios Padre Jehová escogió a los israelitas y los guio a preparar el camino al cielo. Cuando llegó su debido tiempo, Dios dejó el cielo glorioso, vino a esta tierra en la carne, predicó el evangelio del reino y abrió el camino al cielo a todas las personas del mundo al sufrir en la cruz por los pecados de la humanidad. Él es Dios Hijo, Jesucristo, a quien se llama el “Hijo de Dios”. Sin embargo, el evangelio fue obstaculizado y el camino al cielo fue bloqueado nuevamente. Así que Dios mismo vino a esta tierra por segunda vez y reabrió el camino al cielo. Él es el Espíritu Santo Ahnsahnghong, el Cristo de quien estaba profetizado en la Biblia que vendría por segunda vez.

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